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Monarquía

El rey Carlos III vuelve a protagonizar el tradicional reparto de monedas de Jueves Santo tras la ausencia del año pasado por su convalecencia del cáncer

El Royal Maundy es una cita ineludible de la Monarquía británica en estas fechas

Los reyes Carlos y Camilla, a su llegada a la Catedral de Durham.
Los reyes Carlos y Camilla, a su llegada a la Catedral de Durham.AP
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En sus 70 años de reinado, Isabel II sólo se perdió la cita en cinco ocasiones, todas por circunstancias de verdadero peso. Y es que para la añorada soberana británica el servicio religioso del Royal Maundy era un acontecimiento al que daba especial importancia, tanto por su gran simbolismo en el terreno de la fe como por el alto valor que la titular de la Corona otorgaba a las tradiciones que convierten a la Monarquía en un vehículo inigualable que liga el pasado con el presente de la sociedad a la que sirve. Tres años lleva en el Trono su sucesor, Carlos III, y desgraciadamente tuvo que ausentarse el año pasado del que iba a ser su segundo Royal Maundy como soberano por culpa de la convalecencia por el tratamiento de cáncer. De ahí que para el rey el servicio de Jueves Santo de este 2025 se presentara como una cita verdaderamente emocionante. Así se ha percibido su rostro al llegar, acompañado de su mujer, la reina Camilla, a la Catedral de Durham -impresionante icono de la arquitectura normanda-, que ha acogido en esta ocasión la misa más esperada de la Semana Santa en el Reino Unido.

La llegada de los reyes al templo ha sido acogida por una multitud de curiosos que les han vitoreado. Pero también se ha congregado un pequeño grupo de manifestantes antimonárquicos, ondeando pancartas amarillas con lemas como "No es mi rey", "Abolir la monarquía" y "Abajo la Corona". El grupo ha acusado a la policía de intentar impedir la protesta.

El Royal Maundy es el tradicional servicio religioso en el que participa el monarca británico cada jueves previo al Domingo de Pascua, célebre porque el jefe de Estado, también cabeza de la Iglesia de Inglaterra, hace entrega a una serie de feligreses escogidos de donativos que hoy en día no representan una ayuda económica a personas en situación de dificultad sino todo un homenaje de la Monarquía a ciudadanos destacados por su labor comunitaria o por hechos excepcionales de toda índole. El origen de esta tradición, naturalmente, está en la Última Cena de Jesús con sus discípulos, tras la que el hijo de Dios les rogó "amarse unos a otros como yo os he amado", tal como quedó inmortalizado en la Biblia.

Rito centenario

Se desconoce con exactitud cuándo comenzó esta costumbre, pero el primer registro data de 1210 en Knaresborough (en el condado de Yorkshire del Norte), con Juan I como rey de Inglaterra. La tradición arraigó y durante siglos fue religiosamente cumplida por los monarcas de las distintas dinastías que asumieron el disputadísimo Trono de Londres. Los reyes no sólo presidían la misa de Jueves Santo y repartían dinero entre los menesterosos que se agolpaban alrededor de la catedral, sino que también lavaban los pies de varios de ellos, igual que continúan haciendo a día de hoy sacerdotes, obispos y hasta el Papa, en el seno de la Iglesia católica. El último rey británico que mantuvo este ritual fue Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, el último monarca católico que gobernaría Londres, a finales del siglo XVII, tiempo después de que se hubiera producido el cisma de Enrique VIII. Cabe destacar que en España, sin ir más lejos, los reyes mantuvieron la tradición del lavado de pies a "personas pobres de solemnidad" hasta la proclamación de la II República, en 1931.

En el Royal Maundy actual, el rey entrega a las personas escogidas por la comunidad religiosa a la que acude -152 destinatarios en esta ocasión, en Durham- dos pequeñas bolsas de terciopelo, una roja, que contiene 76 peniques de plata -uno por cada año del soberano- que simbolizan la ancestral donación que hacía la Corona, y otra blanca, que contiene monedas especialmente acuñadas para la ocasión, de curso legal aunque naturalmente tienen un valor sobre todo simbólico.

Durante el largo mandato de la reina Victoria (1837-1901) y de su sucesor, Eduardo VII (1901-1910), el Royal Maundy quedó paulatinamente en desuso. Jorge V decidió retomar la tradición ya en los años 30, habiéndose mantenido desde entonces. Hasta la década de los 50, la ceremonia siempre se celebraba en Londres. Pero durante el reinado de Isabel II cada Jueves Santo se ha desarrollado en distintas abadías y catedrales de toda la geografía nacional.

La pandemia de coronavirus impidió que el servicio santo se realizara en 2020 y 2021. Por ello, en la primavera de 2022, pocas semanas después de los fastos por el Jubileo de Platino que festejó los 70 años como reina de Isabel II, era enorme la expectación por volver a ver a la monarca repartiendo monedas. No pudo ser. Su salud se lo impidió y, a última hora, tuvo que ser sustituida por el entonces príncipe heredero, Carlos, acompañado por quien sólo era aún duquesa de Cornualles, Camilla. Isabel II fallecería en septiembre de ese año. Y Carlos III protagonizaría su primer Royal Maundy como rey en 2023, en York.

El año pasado, como decíamos, tuvo que ausentarse del oficio, en la catedral de Worcester. Fue sustituido en la centenaria ceremonia por su esposa, la reina Camilla, quien por aquellos días se convirtió en todo un pilar de la Corona. Eso sí, aquella cita estuvo marcada también por el conmovedor mensaje del rey, recién diagnosticado de cáncer, que fue difundido mediante un audio a los presentes en el templo y, a la vez, al conjunto de la ciudadanía: "Jesús nos dio ejemplo de cómo debemos servirnos y cuidarnos los unos a los otros. Como nación nos beneficiamos enormemente de aquellos que nos tienden la mano, especialmente en tiempos de necesidad. Todos los galardonados son ejemplos maravillosos de bondad al poner gran parte de sus vidas al servicio de los demás", subrayó el monarca.